La agrupación caraqueña, pionera del ska en Venezuela, le cantó a la diáspora, a los políticos y al Niño Jesús
por Ernesto Soltero
Fotos: Pisirila
Los ´80 fueron un periodo oscuro
para la fusión, al menos dentro del rock venezolano. Una nueva generación, más
afín a corrientes como el new wave o el heavy metal, rompía con estilos como la
música progresiva o el jazz fusión, los cuales, por su naturaleza, fácilmente tendían
a aprovechar la riqueza musical
autóctona. No obstante, junto a los sonidos del punk y la nueva ola, llegó
también un género que, aunque oriundo de Jamaica, era impulsado esta vez desde
Inglaterra: el ska.
Si bien, un par de décadas antes,
ya existían antecedentes de esa tendencia, anterior al reggae, en nuestro país,
es a partir de 1985 que comienza echar raíces en Venezuela, gracias al trabajo
de la agrupación Desorden Público. Lo demás es historia: la creación de un sonido
más local (“el ska de acá”) y el nacimiento de un estilo latinoamericano
hibrido, el rock mestizo. Es por eso que, desde hace tiempo, queríamos hacerle
su merecida reseña a los padres locales del género.
Tras la pista del Desorden
Pasemos de los ´80 al agonizante
2018. Hace unos meses la agrupación celebró sus 33 años en una casa del este de
Caracas. Lo hicieron recordando sus orígenes punk, con canciones anteriores a
su primer disco, y con invitados especiales.
Quienes conformamos el equipo de
Tutmonda nos quedamos con las ganas, en aquella ocasión, de acceder al lugar de
los acontecimientos, por no haber tramitado a tiempo los pases de cortesía. Al
menos pudimos escuchar, desde afuera, temas clásicos como Políticos Paralíticos.
El evento en cuestión pertenecía
al ciclo Bajo el árbol, organizado por la productora del mismo nombre, en
colaboración con la empresa Maru Sánchez. Es importante hablar de esta iniciativa, ya
que, con sus pro y sus contra, tiene relación directa con la banda, y ha
contribuido, junto a otros circuitos alternativos, a reanimar una escena
venezolana que parecía dormida. El concierto de Navidad, en un espacio más
grande, nos sonaba prometedor.
Para su espectáculo decembrino,
la agrupación decidió hacer un evento en un recinto más amplio, con más de
sesenta años de historia y con capacidad para unos cuantos miles de
espectadores: la Concha Acústica de Bello Monte. Haciendo honor a la fecha, se
añadieron elementos escenográficos y sonoros relacionados con la época del año,
incluyendo versiones ska del repertorio navideño venezolano.
La apertura, por supuesto, contó
con la participación de otras bandas, unas nuevas, otras veteranas, las cuáles,
en su diversidad de estilos, añadieron más sabores musicales al concierto.
Comienzo a ritmo de surf
Pese a estar pautado a las 3pm,
el evento empezó en realidad después de las 4 de la tarde. Aun a esa hora la
gente apenas llegaba al recinto, la mayoría recorriendo una feria con bebidas y
alimentos la cual, a pesar de la fecha y la distancia geográfica, parecía
sacada de un festival de verano europeo.
Fueron los Javelin, pese a su
trayectoria de más de una década, los encargados de abrir el espectáculo, con
una introducción lenta. “Feliz Navidad, nos lo merecemos” dijeron sus integrantes,
y comenzaron a ejecutar, de repente, un surf acelerado que cautivó a un público
el cual, sin embargo, aun no llenaba la totalidad de las gradas, y que guardaba
sus energías para la noche.
En ocasiones Los Javelin se
salieron un poco del surf tradicional, incorporando momentos más ruidosos y
experimentales debido a la influencia de su nueva guitarrista, Raquel,
proveniente de agrupaciones noise-rock como THE, logrando sonar como un cruce
entre The Ventures y Sonic Youth.
Su versión de Misirlou (tema del
film “Pulp Fiction”, que a su vez es un cover de una pieza griega) logró exitar
a la gente, para luego rematar con el “Surfin´Bird” de los Trashmen, contando
para ello con las vocalización de Danel, baterista de Desorden. La audiencia
estaba más encendida, pero ya el tiempo se había acabado.
Algo parecido sucedió
después con la agrupación Nomasté, que no pudo complacer a los asistentes con
otra pieza más. No obstante, el espacio entre las bandas fue bastante amplio, y
quizá se hubiese podido aprovechar mejor.
Nomasté, el grupo que vino
después, mostró un sonido swing quizá no demasiado vanguardista, pero poco
cultivado en nuestro país. Similares a los colombianos Monsieur Periné, tienen
una influencia mayor del ska, y añaden algo de ritmos afrocaribe en las
percusiones.
Tomando en cuenta que apenas empiezan y que las integrantes son unas chicas cercanas a los 20 años de edad, es posible que poco a poco logren crear un sonido más propio, tal como ocurrió con los mismos Desorden Público. Con su propuesta, lograron meter en el bolsillo a la audiencia.
Tomando en cuenta que apenas empiezan y que las integrantes son unas chicas cercanas a los 20 años de edad, es posible que poco a poco logren crear un sonido más propio, tal como ocurrió con los mismos Desorden Público. Con su propuesta, lograron meter en el bolsillo a la audiencia.
Los últimos en tocar, antes del
plato fuerte de la noche fueron la agrupación Pixel, liderizados por el
vocalista Pablo Dagnino. Sonaron bastante acoplados, bien ecualizados en la consola.
No obstante, pese al carisma de su vocalista, no lograron conectar 100% con el
público, quizá porque, su rock alternativo, desencajaba un poco con las otras
propuestas. También es cierto que Los Píxel, a pesar de tener dos décadas de
trayectoria y ser nominados a los Grammy latino no tienen un repertorio que
resulte tan familiar para el oyente promedio, como podría pasar con Sentimiento
Muerto, agrupación la cual, a pesar de Dagnino, forma parte de su historia.
Entendemos el esfuerzo que ha
hecho Pablo, desde el año 2000, por levantar un proyecto musical empezando
prácticamente desde cero, demostrando que puede componer y cantar sin la ayuda
de sus primeros compañeros de banda. No obstante, si Morrisey aun interpreta
canciones de The Smiths ¿Por qué Pablo Dagnino no hace lo mismo con su antigua
banda? Si Horacio Blanco sacara otro grupo o desarrollara una carrera en
solitario es seguro que le pedirían canciones de su grupo más conocida. Pero
esa es nuestra opinión, por supuesto. Hablemos ahora de los protagonistas de
esta crónica.
Desorden al anochecer
Ya en horas nocturnas, cuando se
montó Desorden Público, las gradas de la Concha Acústica estaban atestadas
de gente. Una audiencia con personas de todas las edades, aunque la mayoría tenían
un rango de entre treinta y cuarenta años. La tarima se iluminó con
proyecciones de estrellas y otros motivos navideños, mientras las pantallas, a
los lados, mostraban fragmentos de videoclips o imágenes alusivas a las
canciones.
Durante su presentación, Desorden
mostró dos facetas: una relacionada con las celebraciones decembrinas
(recordando un poco a las grandes orquestas de Venezuela) y otra relacionada
con sus convicciones políticas. Y lo último es importante, pues, el siglo XXI
trajo a una agrupación quizá más diplomática, acaso ambigua, producto,
seguramente, de la diversidad de opiniones de sus integrantes. Personalmente me
consideré doliente, durante un largo tiempo, de sus inicios contestatarios y
directos.
Para 2011 “los desordenados” se
atrevieron a ir al grano con el tema político, expresando su malestar ante la
polarización del país, principalmente con canciones como Los Contrarios,
extraídas del álbum homónimo.
En 2014 ocurrió su controvertida presentación en
Suena Caracas. Y ahora, finalizando el año, la posición es más frontal: hay un
mandatario que no debe ir “al sanatorio”, sino “al calabozo”, como dijeron en
su versión de Valle de Balas, y siguen
ratificando que, definitivamente, no “todo está normal”.
¿Y la música que tal? Sonaron
impecables. Tres décadas no pasan en vano. Es una agrupación que tuvo sus
inicios punk, pero que hoy día es capaz de grabar con virtuosos como el C4
Trío, hacer un disco con canciones de Navidad y presentarse en vivo con músicos
más académicos. La participación del Orfeón de la UCV emocionó a una audiencia
identificada con la casa de estudios.
Con la coral universitaria interpretaron
temas como Niño Lindo (con unas
escalas de adorno sacadas del medio oriente) y A ti te Cantamos, de Ricardo Pérez, interpretada en esta ocasión
por una voz solista del Orfeón, y no por María Teresa Chacín. La ausencia no fue lamentada por los asistentes, quienes
aplaudieron la intervención. La conexión emocional y nacional fue reforzada con
canciones propias de la agrupación como Los
que se van, referentes a la diáspora venezolana.
Otro invitado de lujo fue Daniel
Somaró, locutor y cantante conocido por su trabajo con la banda Guaco. Con él,
se interpretó el clásico Amparito,
compuesto por Ricardo Portillo y llevada a la fama en su momento por Maracaibo
15. Otro clásico que también tuvo su respectiva versión, pero proveniente del
mundo de la salsa fue La Temperatura,
de los Hermanos Lebron, que contó con la participación de la percusionista del
grupo Namasté.
Por supuesto, no podían faltar piezas
emblemáticas de la agrupación, tales como Esto
es Ska, Zapatos Resbalosos (con Danel en la voz), La Danza de los Esqueletos,
Canto popular de la vida o muerte ,Allá cayó o Tiembla (con la cual cerraron), muy coreadas y bailadas por el
público. A pesar de la extensión del concierto (Desorden estuvo un par de horas
en tarima) quedaron unos cuantos temas por fuera que hubiésemos querido
escuchar en vivo. Pero esto no es una
crítica. Habla muy bien de una agrupación que tiene canciones exitosas de
sobra.
Puedes ver más imágenes del concierto en nuestro perfil de facebook. No olvides también seguirnos en twitter.
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Gracias por asistir y reseñar tan bien un evento que queremos repetir en un sitio tan emblemático, importante y adecuado para conciertos como este, no vemos en el proximo show!! ah y Feliz año bueno!!
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