miércoles, 11 de diciembre de 2019

Escombros Sonoros: improvisación y disonancia.



Escombros Sonoros es un ciclo dedicado al performance y la música de vanguardia. Tutmonda estuvo en la tercera sesión de esta serie de eventos, caracterizada, como siempre, por la espontaneidad de sus propuestas.




Insolación (Zigmunt Cedinsky, 2019)


Algo interesante está ocurriendo en Caracas.




Todo empezó hace unos meses - o quizás unos cuantos años - cuando un grupo de artistas, liderados por el cineasta, y creador multifacético, Zigmunt Cedinsky, comenzaron a mezclar, en un solo evento, diversas manifestaciones culturales.


Así, empezaron a escenificarse montajes en los cuáles se fusionaron el arte corporal, la vanguardia sonora, la poesía y los recursos audiovisuales, siempre con un elemento común: la improvisación.


Heysell Leal/Job Tajha (Improvisación libre, 2019)
Escombros Sonoros deriva de Teatros Automáticos, colectivo de artes escénicas nacido a principios de siglo, que tiene, en su currículum, experiencias como las Intervenciones sonoras en 35 mm, las cuáles, tal como indica su nombre, se basan en la ejecución de música experimental en vivo, y de forma espontánea, sobre clásicos del 7mo arte.


El ciclo Escombros Sonoros es la propuesta más reciente de este colectivo artístico. Se enfoca más en la experiencia auditiva, aunque sigue conservando elementos como la danza o la lírica poética. Lo audiovisual pasa a segundo plano, y es usado sólo ocasionalmente.

Las primeras experiencias

El primer evento del ciclo Escombros Sonoros se llevó a cabo en agosto de este año, en un teatro de Parque Central. El cartel anunciaba ya lo que sería una constante en ediciones posteriores: la comunión de géneros como el blues y el jazz, caracterizados de por si por la espontaneidad, con cierta experimentación sónica vanguardista (y eléctrica), heredada de movimientos como el futurismo italiano o de músicos como John Cage.


Dos meses después, tras el éxito de la primera edición, se realizó un segundo encuentro, añadiéndose, en aquélla ocasión, ingredientes que se repetirían posteriormente, tales como la poesía y el performance.


Estos componentes escénicos se repetirían en la tercera entrega del ciclo, y prometen ser una constante en próximas presentaciones.



Adrián Arias Pomontty (Performance poética, 2019)
Escombros Sonoros 3

Para el tercer capítulo de la muestra, se escogió un sitio más grande, quizá algo controvertido en tiempos de polarización política, aunque perfecto como locación: el centro cultural Casino CCS, ubicado, tal como indica su nombre, en una antigua casa de apuestas y juegos de azar.  Nada queda de aquel ambiente relacionado con las ruletas o las máquinas traganíqueles, excepto, por supuesto, su estructura arquitectónica original.


Aunque la convocatoria estaba pautada para las 3 pm, no fue hasta más de una hora después en la que el acontecimiento realmente comenzó.



Adrián Arias Pomontty (Performance poética, 2019)
Su inicio se dio con tres montajes en la terraza del recinto, escenario que resultó tan insólito cómo interesante.


No pudimos evitar recordar algunos episodios de la historia del rock, como aquel célebre concierto de despedida de The Beatles en el tejado del edificio Apple Corps, cuando los cuatro de Liverpool (pese a lo melodiosas de sus canciones) vieron interrumpido su recital gracias a una intervención policial.


Pero Caracas es una ciudad muy bulliciosa. El ruido de las guitarras disonantes pasa desapercibido por culpa de factores como los vehículos automotores o el reggaetón de los buhoneros. Es una metrópolis tan ruidosa como el Detroit de Iggy Pop.


Fue precisamente sobre el tejado donde hubo mayor presencia de ingredientes escénicos. Elementos como los ductos de aire acondicionado, así como una inusitada rampa patinetera sirvieron de soporte para que Heysell Leal y Anahís Monges (artistas de danza y performance) hicieran movimientos corpóreos, en sintonía con las frecuencias auditivas.


Inicialmente sonaron dos guitarras, a cargo de Alvaro Partidas y Job Tahja, con frecuencias por un lado producto del azar, y por el otro, producto de un dominio consciente en el arte de hacer ruido. Más allá de alguna que otra variante, ese tipo de sonoridad, nacida cuando el punk redescubrió las vanguardias musicales del siglo XX, fue la que predominó en el resto de la velada.


Marek Jan Wesolowski (Improblues, 2019)
A ese cóctel de sonoridades eléctricas se unieron las secuencias y samples de Juan Ávila (Juan5Miedo) y el mismo Zigmunt Cedinsky, quienes incluyeron esos “beats” de una manera poco convencional, alejados de cualquier referencia a la electrónica de discoteca.


Fue precisamente Zigmunt Cedinsky, el organizador, quién cerró este primer acto, con un performance titulado Insolación, para el cual contó con la colaboración de Sainma Rada. Posteriormente Zigmunt intervendría en otra de las presentaciones.


Escenario 2: Tarima interna


El resto de la jornada transcurrió dentro de un espacio más cerrado, y se extendió hasta el anochecer. Inicialmente comenzó con dos propuestas más centradas en la poesía, y curiosamente, vinculadas con lo tecnológico y lo científico. Adrián Arias (Guachimán) recitó un poema llena de analogías cibernéticas y pensamientos sobre la materia. Su rostro, enmarcado dentro de un monitor de computadora, reforzaba su texto.


Giuliano Salvatore, por otra parte, mostró algo un poco más denso, más parecido a una conferencia sobre biología, respaldado por imágenes de células o micro organismos. Una charla que se dio mientras sonaban las notas disonantes de una guitarra electrificada.



Pablo García (Improjazz, 2019)
Posteriormente vino el momento del blues y del jazz. Marek  Wesolowski, conocido multi-instrumentista, acompañó la representación escénica de Rafael Jiménez. Entre ambos deconstruyeron el blues, sacándolo de sus escalas y acordes convencionales, reduciéndolo a gritos y sonidos eléctricos viscerales, obtenidos estos últimos gracias a una guitarra hawaiana distorsionada. Todo eso mientras Jiménez hacía gestos y movimientos corporales acordes a la experiencia sonora.


Pablo García, saxofonista de free-jazz, continuó con una improvisación acompañada del bajo de Job Thaja, quien ya había participado en dos de las propuestas anteriores, aunque como guitarrista. Sonó bastante experimental, como un cruce entre John Coltrane o el material más atípico de Jaco Pastorius. Una puesta en escena en la cual, a pesar del rudio, hubo también mucha técnica instrumental, muy en la onda del jazz de vanguardia.


La clausura estuvo a cargo de Juan5Miedo, quién se encargó de crear una atmósfera psicodélica, utilizando guitarra, sintetizador y algo de secuencias electrónicas. Con el apoyo de los visuales de LITH10, creó una verdadera burbuja sonora dentro de la cual sumergió al público asistente.

Rafael Jiménez (Improblues, 2019)

Próximos eventos


Tras tres convocatorias, Escombros Sonoros ha encontrado una recepción bastante positiva, y promete repetirse indefinidamente para 2020.  La última presentación de este año está pautada para el viernes 13 de diciembre, a las 4pm, en Casino CCS, y tiene un costo de 2$ (o su equivalente en moneda local).


Para quienes asistan por primera vez al recinto, pueden llegar hasta la avenida Urdaneta, a la altura de la Candelaria, y buscar el edificio que está frente al Banco Exterior. Quienes se movilicen a pie, pueden llegar fácilmente desde la estación del metro Parque Carabobo.





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