lunes, 22 de julio de 2019

Celebración caraqueña: Andy Durán rindió tributo a Billo´s y a la "Sultana del Ávila"






Ernesto Soltero
Fotos: Pisirila

Hace más de ocho décadas ocurrió un hecho que cambió, para siempre, la historia de la música de Venezuela: Luis María Frómeta, mejor conocido como Billo, llegaba con su orquesta desde Santo Domingo, para convertirse en otro ciudadano ilustre de nuestro país.

Luis María y su orquesta, que tras varios nombres adquiriría la denominación definitiva de Billo´s Caracas Boys, traía la música afrocaribeña, principalmente cubana y dominicana, a Venezuela. Géneros como el merengue y el son cubano, previamente, habían adquirido algo más de riqueza sonora, gracias a la influencia del jazz, en plena época de las grandes bandas.

A estas influencias Billo agregaría otros géneros bailables, como la cumbia colombiana, e incluso, el pasodoble español. Estilos extranjeros los cuales, a partir de entonces, comenzaríamos a asociar no sólo con Caracas, si no con una época en la cual el país comenzaba, tras la muerte del dictador Gómez, a modernizarse.



Jazz en homenaje al Caribe

¿Es la música de Billo, y de las grandes orquestas bailables, el sonido de una época reciente que ya fue? La muerte de Frómeta a finales de los ´80, y el nacimiento de nuevos estilos bailables electrónicos como el techno merengue  cambiaron un poco los hábitos del público, hasta llegar hoy al omnipresente reggaetón.

Por otro lado, el jazz, desde una óptica menos comercial, apostaba ya, desde los años ´40, a una instrumentación menos pomposa.

Pero existen artistas empeñados en preservar (o rescatar) ciertas tradiciones. Uno de ellos es Andy Durán, uno de los máximos exponentes del latin jazz en Venezuela, cuya carrera comienza formalmente a mediados de los ´80. Un enamorado de la música afrocaribe, y también del jazz clásico , con una formación académica que no niega lo popular. Un posible heredero del maestro Frómeta.

Homenaje a Frómeta, y a Caracas

Desde hace unos cuantos años Andy Durán ha incluido en su repertorio temas clásicos de la Billo´s Caracas Boys, convirtiendo a esta orquesta, junto a grandes como Mongo Santamaría o la Fania en uno de sus homenajeados habituales. Al maestro Frómeta le dedicó, de hecho, una placa discográfica titulada Fiesta con Billo.

No es de extrañar entonces que, sobre todo en épocas especiales, Andy Durán monte un repertorio en vivo con los temas más recordados de la célebre orquesta capitalina. Un repertorio bastante amplio, con canciones que servirían para grabar (de nuevo) bastantes discos repletos de éxitos.



¿Y qué otras fechas, aparte de diciembre, pueden ser ideales para interpretar, nuevamente, el repertorio de la Billo´s? El aniversario de la capital de Venezuela, la misma ciudad vieja a la cual Frómeta le escribió una canción, y que ya había cambiado, considerablemente, en los tiempos de Isidoro, el cochero al cual el maestro Frómeta le dedicó otra de sus piezas.

20 de julio: cumpleaños adelantado

El tributo a Billo´s se llevó a cabo el 20 de julio, y no el 25, lo cual hubiese sido lo más idóneo. Por ello, cinco días antes, la ciudad celebraba su cumpleaños al ritmo de merengues, cumbias, guarachas y hasta joropos, en la sala cultural B.O.D.

La distribución de los músicos, con sus secciones de metales y percusión, su pianista y su contrabajista, con sus vocalistas, y el maestro Andy Durán en el centro, nos hacía recordar épocas pasadas donde era prácticamente imposible ir a una fiesta bailable sin mover los pies al compás de una orquesta.



Así se bailabla antes de que existieran las discotecas, y antes de que los Dj´s crearan, mediante la mezcla de acetatos, esos popurrís musicales llamados  “megamix”, similar estos últimos, pese a las diferencias técnicas , a lo que Billo bautizó , a partir de 1949, como “mosaicos”.

La oportunidad de apreciar este tipo de arreglos en un auditorio hace que nos demos cuenta de su calidad. Si una pieza musical bailable no nos aburre al estar sentados, si nos deslumbramos con la clase con que se ejecutan, la conexión es evidente. Existe además una comunicación verbal donde las anécdotas y los chistes rompen un poco esa barrera entre los artistas y la audiencia.

De la escucha pasiva al baile activo

A pesar de la calidad de la música, el público no pudo resistir el impulso de danzar canciones hechas para la fiesta. Todo comenzó con un par de parejas que rompieron el hielo y se atrevieron a mover el cuerpo, mientras otros, más tímidos, se conformaban con menear los pies. De vez en cuando el maestro Andy Durán se salía del protocolo, y dejaba de dirigir a su agrupación para bailar o acercarse a los músicos, buscando la complicidad de los asistentes.

Los integrantes de la sección de canto, mientras tanto, se metían a la audiencia en el bolsillo. Juan Manuel Blanco, experto en Billo´s se mostró más extrovertido. El joven Reinaldo García, más callado, fue bastante aplaudido al interpretar un bolero el cual, según entendimos, es su debut como cantante solista dentro del grupo. Por otro lado, los cantantes Juan José Hernández (el indio) y Jonathan Medina también hicieron un trabajo destacable.


Cuando todo parecía perfecto, apareció la vocalista Lala Morales, hija del también homenajeado Memo Morales, quien llamó la atención tanto por su apariencia física y su elegancia como por su talento interpretativo. Una verdadera diva, como sacada de los años ´50.

Se tocó de todo. Canciones cuyo título ya nos hablan de homenajear a la “sultana del Ávila”, tales como el Canto a Caracas, pasodobles como Ni se compra ni se vende hasta temas como la guaracha Juanita Bonita (inmortalizadas por el gran Memo Morales) sin descartar conocidos merengues como Apretaíto o el Tema de Los Melódicos, compuesto por Luis María Frómeta para una agrupación la cual, lejos de ser su rival era, en realidad, una de sus hijas.

Los asistentes poco a poco se fueron soltando, y llegó el momento en el cual el auditorio parecía una sala de baile cuyas butacas, atravesadas, estaban de sobra.  Y como sucede en todos los buenos recitales, el público terminó pidiendo más.

Dos horas en las cuáles se disfrutó de buena música, al estilo de la Caracas de antaño, demostrando que, pese a la tecnología, sigue habiendo espacio para canciones bailables con sabor a rockola.

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