viernes, 22 de enero de 2021

De cómo en los ´80 el casette "mató" la música

 

Comenzaba la década de los ´80,, y ante la masificación del grabador de casette, la industria discográfica reaccionó: ¿Cuántos ejemplares de un álbum, en formato LP, se dejarían de vender si la gente común optaba por pedirlo prestado y copiarlo en una cinta?¿Y qué pasaba si la gente elegía encender la radio y grabar los éxitos del top 10, en lugar de buscarlos en la discotienda?

 Arrancó entonces la campaña “Home tapping is killing music” (grabar en casa mata la música) con la aparente intención de evitar el desastre. 


La cruzada anti-piratería incluía un logotipo bastante explícito en el cual, además, se hacía hincapié en lo ilícito de la práctica. De esta manera se esperaba que, gracias al sentimiento de culpa, el público optara por comprar material original y se rehusara a violar la ley.


Paradójicamente el efecto fue adverso, y muchos se dieron cuenta, gracias a la campaña, de la posibilidad de ahorrar dinero con sus grabaciones caseras. Pese a ello, la industria disquera tradicional siguió siendo rentable y multimillonaria, al menos, por un par de décadas más. 

¿Qué motivaba a la gente a grabar cintas en lugar de comprar material original? No todo se resumía a querer gastar menos dinero. También era una manera de obtener música difícil de conseguir, o qué sencillamente estaba fuera de nuestras posibilidades financieras. 

Por otro lado, durante un par de décadas, el casette fue un soporte muy bien aprovechado en escenas como el punk, el hip-hop o la electrónica. Lograron, así, registrar y difundir propuestas subterráneas que no eran tomadas en cuenta por los grandes sellos disqueros.

Adicionalmene sirvió, en plena guerra fría, para difundir música perseguida por gobiernos totalitarios de izquierda. Para nosotros el casette es un símbolo de diversidad, pero también de resistencia. Piensa en eso cuando veas nuestro logo.





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