Hoy, 21 de marzo, rendimos tributo a ese arte que
complementa a la música cuando necesita de la palabra: la poesía.
En el mundo occidental (el cual
sabemos, no es todo el mundo) la poesía y la música estuvieron juntas desde el
comienzo. Ambos géneros fueron prácticamente una unidad durante gran parte de
la antigüedad. Los aedos (cantores) griegos se hacían acompañar de una lira mientras
declamaban poemas compuestos por ellos mismos.
De la palabra “lira” deriva la palabra “lírica”.
Los rapsodas, por otra parte,
recitaban de memoria poemas épicos como La Ilíada o La Odisea. Algunos historiadores
niegan, incluso, la autoría de Homero sobre esas obras. Según ellos, fue otro cantor
más declamando algo aprendido y
transmitido, vía oral, durante siglos.
En el caso de los rapsodas no era
una lira, sino una vara (rapso) el instrumento de acompañamiento. Ellos
recitaban fragmentos aislados de distintos poemas y los unían, tal cómo hace un
Dj cuando “compone” una pieza con trozos de distintas canciones. Rapsodia, de
hecho, significa “Canción Ensamblada”.
Otro arte ligado estrechamente a
la poesía y la música fue el teatro. Para los griegos, de hecho, era otro
género poético más. Tragedias griegas como el Edipo Rey de Sófocles contaban con canto e
instrumentos. Estas obras teatrales son
precursoras remotas de géneros como la ópera, la zarzuela y hasta los montajes
de Broadway. Lamentablemente sólo conocemos el libreto.
Pero salgamos de la antigüedad y hablemos mejor de tiempos más actuales: es una
realidad que en la música popular contemporánea, gustan, generalmente, aquellas
piezas con voz y letra, es decir: poesía
cantada.
La mayoría de las canciones que escuchamos en la
radio no tienen una lírica tan elaborada. Eso incluye canciones famosas, muy
buenas, que quizá no necesitan pulir mucho el aspecto de las letras, porque lo
importante ahí es la música. Pero es innegable que, independientemente de su
calidad, tienen palabras dentro de una estructura poética.
Por otro lado, existen también grandes
letristas y cantautores de nuestra época que han dejado huella con la palabra,
no sólo con notas musicales. Jim Morrison, Bob Marley, Gustavo Cerati o Facundo
Cabral han sido además de buenos músicos, buenos poetas.
Lo mismo podríamos decir de otros como el ruso Vladimir Vysotski, menos conocido por nosotros debido a la
barrera idiomática.
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