lunes, 11 de octubre de 2021

Ruido en el Bazar: la policía no pudo acabar con la diversión.

Ernesto Cuerdas Duras, de Agente Extraño, dialoga con la policía municipal (Foto EdRendd )

 El evento, llevado a cabo en la Casa Rómulo Gallegos (CELARG), fue abruptamente suspendido…o al menos eso creímos durante un buen rato.

                                                                                                                                                                                                                                  Ernesto Soltero

 Fotos cortesía de EdRendd y Espacio Punk


En el rock no siempre se busca la perfección.A veces, más que la calidad de la ejecución, importa el acontecimiento. No asistimos a conciertos de rock sólo para escuchar canciones y juzgar el desempeño de los artistas en vivo. También asistimos para ver, sencillamente, “qué pasa”.

A veces sentimos decepción porque el espectáculo termina abruptamente. Luego nos damos cuenta que, de hecho, fuimos testigos de un show irrepetible. Un hecho anecdótico el cual, para bien o para mal, se convierte en parte de la historia.

Una muestra de todo esto fue el evento Ruido en el Bazar, el cual se llevó a cabo en Altamira, Caracas, el pasado domingo 10 de octubre. Llegamos tarde al recital. Otros compromisos nos impidieron ver a las agrupaciones Kooland y Yantra. A ambas bandas (De hecho, a todos los participantes) les debemos una entrevista.

Debemos comenzar hablando un poco del lugar dónde se escenificó el concierto, los espacios abiertos del CELARG. El sitio no está diseñado en realidad para eventos de este tipo, no cuenta con la acústica ideal. El techo, aparte de proteger a la gente de la lluvia, parece empeorar el sonido. Tampoco cumple con la función de evitar el retumbar de los decibeles en las comunidades cercanas, lo cual causa cierto malestar en algunos vecinos amantes de la tranquilidad. 


Es una lástima el tema de la acústica, porque en el caso de Ignición 7, una agrupación con buen vocalista y buenas letras no pudimos apreciar ambos elementos. No se entendía la voz, y nos consta que en otras ocasiones ha sobresalidado. Por otra parte, los amplificadores, al estar desconectados de la consola, tampoco pudieron ser ecualizados de forma justa. De todas maneras, pese a ello, el público sintió la energía y respondió positivamente.

Agente Extraño fue el siguiente grupo. Su set, forzosamente corto, fue contundente. Después de cinco temas no pudieron seguir tocando gracias a la visita de la policía municipal. Tal como decía la camisa de su frontman, Ernesto “Cuerdas Duras” (alusiva a una conocida banda punk venezolana) Los Agente Extraño fueron “Víctimas de la Democracia”, o lo que queda de ella.

 Los vecinos de Chacao (Es decir, “los ciudadanos del municipio”) se quejaron varias veces del ruido y llamaron a los cuerpos de seguridad. El “pueblo” logró, de esta manera, silenciar un evento musical un domingo en la tarde. Nos preguntamos si harían lo mismo en una verbena con reggaetón, género cuya tiranía se impone gracias a la mayoría. 

El problema, sin embargo, no es que esos vecinos ejerzan su derecho a reclamar por algo que les parezca molesto. Tampoco están obligados a escuchar la estridencia de géneros como el grunge o el punk-rock. El inconveniente reside en las siguientes interrogantes: ¿No debería el CELARG contar con un permiso para poder hacer eventos en sus espacios abiertos, en especial si los alquilan a los productores? Y en caso de que lo hayan tramitado ¿No hay una arbitrariedad de parte del gobierno municipal?

De cualquier manera, en Venezuela nos hemos malacostumbrado tanto a los atropellos del Estado como a la desorganización de las instituciones, públicas o privadas. Por ello, aunque la situación era inaceptable, se tomó la decisión de acatarla. No obstante, cuando todo parecía perdido, y había transcurrido aproximadamente una hora, llegó la sorpresa: el grupo Frankenstein V8, contra todo pronóstico, se montaría en tarima, pero eso sí:  tomando algunas previsiones.

Se reanudó entonces el recital, buscando la manera de evitar nuevos reclamos comunitarios, así como intervenciones autoritarias, lo cual llevó a los “Frankenstein” a bajar un poco el volumen a sus amplificadores. Esto no perjudicó en absoluto el desempeño de la agrupación. Al contrario: nos permitió más bien, en calidad de oyentes, evaluar objetivamente su propuesta.

Su característico estilo rockabilly (que al final es otra manera de decir “rock´n´roll”) se escuchó de forma más nítida. No necesitaron los decibeles, sólo necesitaban algo de vigor y buen ánimo. Quizá en general (y hablo de todo el concierto) no hacía falta tanto volumen.

El show de Frankenstein V8, cargado de referencias a los años ´50, con contrabajo y bailarina pin-up incluida, sirvió para cerrar, con broche de oro, un evento el cual, una hora antes, parecía amargamente suspendido. Un final de jornada el cual fue, de cierta manera, una suerte de venganza. Parafraseando la canción de los españoles Eskorbuto: no hubo tanta policía, al final ganó la diversión.


Te puede interesar


Especial Rock Antienchufados (Incluye tema de Agente Extraño) 


Especial Rockabilly (con Frankenstein V8)

4 comentarios:

  1. Gracias por la reseña del evento, me alegra se hayan quedado a lo último para vacilarse al monstruo con cilindrada.
    Pendientes para esa entrevistas y felicitaciones por el trabajo.
    Wincho (FV8)

    ResponderEliminar
  2. Rock on!
    Surf is up
    Keep on rockin'
    Rockabilly Rules!

    ResponderEliminar