El 5 de octubre, el 3er Festival de Jazz Eurovenezolano reunió a dos talentosas artistas: la innovadora violinista italiana Anaïs Drago y la carismática cantante francesa Camille Bertault. Juntas, ofrecieron un espectáculo que demostró la versatilidad del jazz actual.
No importa cual sea la causa. Venezuela vive una crisis social, y eso desestimula la creación y la divulgación artística. La incertidumbre ante el futuro y también el factor económico se convierten en desaliento para muchos creadores y promotores. No obstante, siempre encontraremos instituciones y personas dispuestas a luchar, contra viento y marea, para lograr impulsar iniciativas culturales de calidad. Una muestra de ella es el recientemente culminado Festival Eurovenezolano de Jazz.
Durante
un par de semanas tuvimos la oportunidad de ver, en la tercera
edición del evento, novedosas propuestas de un género el cual,
aunque hoy día se percibe cómo académico (la música clásica de
los negros, cómo decía Nina Simone) sigue renovándose
constantemente, probablemente por fusionarse - de manera natural- con
otros estilos, cómo por ejemplo la música étnica, y adoptando
además lo mejor de la tecnología aplicada al arte
Los
artistas que se presentaron en esta muestra fueron pocos, pero lo que
faltó en cantidad sobró en calidad. Un ejemplo lo tenemos en el
recital del pasado 5 de octubre, el penúltimo de todo el ciclo, en
la Asociación Cultural Humboldt de Caracas. Dos talentosas
jazzistas, ambas intérpretes y compositoras, provenientes de Italia
y Francia respectivamente, nos demostraron porqué han sido tomadas
en cuenta por publicaciones tan prestigiosas cómo Downbeat, algo así
cómo “La Biblia” de la música que practican.
Anaïs
Drago y Camille Bertault representan dos polos opuestos dentro del
universo jazzístico, uno con tendencia al pop y otro más
experimental.
En el caso de Drago etiquetar cómo jazz al
material que presentó ese día en “la Humboldt” requiere de
cierto criterio subjetivo La violinista itálica se presentó de
manera solitaria excluyendo la compañía de instrumentos típicos
del género jazz, ayudándose con herramientas como un sampler y una
pedalera con efectos de sonido. Se percibió más bien cómo un buen
concierto de música electroacústica.
Cabe
agregar que esta instrumentista tiene una faceta la cual, aunque
vanguardista, es distinta a la presentada en Venezuela y se acerca
más a lo tradicional, al incluir el acompañamiento de instrumentos
cómo la batería, el saxofón o el contrabajo. Una vertiente visible
en proyectos cómo Anais Drago and the Jellyfish, con influencias de
gente cómo Frank Zappa o John Cage.
En el caso de su
presentación en el Humboldt, nos sorprendió saber que unas piezas
de estructura tan libre formaran parte de un repertorio planificado
(tal cómo pudimos apreciar en su set list) aunque posiblemente en
vivo sufren alguna ligera variación e incluso cambien su duración.
Se trata de composiciones dónde el violín ocupa obviamente un rango
protagónico, complementándose con sonidos poco convencionales
generados con el mismo instrumento (golpes percusivos a las cuerdas o
a la madera, por ejemplo,) los cuales se mezclan en capas junto a
sonidos cómo la voz de la intérprete, gracias a artilugios
electrónicos manipulados en tiempo real
El
resultado es un arte sonoro muy experimental, pero fácil de
escuchar, con una atmósfera etérea e hipnótica bastante agradable
para el oyente, lo cual generó una fuerte ovación del público.
Lamentablemente la restricción horaria tan estricta de la sala
impidió a Drago regalarnos al menos una pieza
adicional.
Posteriormente vino la presentación de Camille
Bertault, una vocalista que ya suma cinco álbumes en su discografía
y se ha hecho un nombre dentro de la escena, apareciendo incluso en
medios de comunicación tan masivos cómo la revista Vogue.
En nuestra opinión la música de la cantante gala tiene suficiente gancho cómo para llegar a un público mucho más amplio. Su placa más reciente, Bonjour Moun Amour, contiene temas los cuales en ocasiones duran tan sólo un par de minutos, algo que podría facilitar su difusión en los medios comerciales. De ese álbum se extrajo más de la mitad del repertorio interpretado por Bertault en esta ocasión.
La francesa arrancó su presentación con cuatro temazos que casualmente constituyen los primeros tracks de su más reciente trabajo. El primero de ellos, titulado cómo el álbum, sonó más acústico seguramente debido a la ausencia de Christophe Minck, contrabajista francés que también ejecuta el sintetizador Moog en la grabación. Aun así, la estructura del tema se mantuvo casi en su totalidad, con un ritmo más cuadrado (más pop) lleno de adornos jazzísticos.
Algo a destacar es que Cristophe Minck no fue el único miembro ausente de la plantilla oficial de Bertault. Fady Farah y Minino Garay, encargados de los teclados y las percusiones respectivamente tampoco vinieron. No obstante, acompañantes cómo Jesús Milano, Rubén Paiva y Diego Cabrujas, talentosos ejecutantes venezolanos, dieron la talla al acoplarse perfectamente, sonando como si formaran parte del staff regular de la artista.
Quién si estuvo presente fue Julien Alour, trompetista y también pareja de la vocalista, quién adornó elegantemente las composiciones con su instrumento, haciendo un juego armónico interesante con los coros y los fraseos estilo “scat” de Bertault, una técnica la cual ella domina a la perfección y que le sirve, además, para dirigir su pequeña orquesta mediante patrones vocales llenos de ritmo y melodía. Alour también figura cómo compositor en un par de piezas.
Cabe
agregar que la cantante tiene bastante dominio de la tarima. Es muy
carismática al comunicarse con el público (Pese a sus limitaciones
con un idioma que está aprendiendo, el español) y realiza
movimientos coreográficos que delatan entrenamiento escénico. Todo
eso con una voz que alcanza registros altos cuando la canción lo
pide, sin intenciones de alardear. Se paseó por diversos ritmos,
coqueteando incluso con sonoridades de nuestros vecinos
brasileños.
Al igual que Drago, Bertault tampoco pudo
obsequiarle al público más de su repertorio. Al día siguiente se
presentó en la clausura del festival, junto a la agrupación del
venezolano Manuel Barrios, y pudo interpretar un par de temas
adicionales.